La biometría hemática es una prueba de laboratorio fundamental para la evaluación clínica, ya que ofrece un panorama completo sobre el estado de salud del paciente a partir del análisis de los elementos celulares de la sangre. Mediante este estudio se pueden detectar diversas patologías, desde infecciones comunes hasta enfermedades hematológicas complejas. Su accesibilidad, rapidez y alto valor diagnóstico la convierten en una herramienta de rutina en medicina general y especializada.
Trastornos sanguíneos identificables en una biometría hemática
Uno de los principales usos de la biometría hemática es la detección de anemias, que se manifiestan a través de niveles bajos de hemoglobina, hematocrito o eritrocitos. Según los valores del volumen corpuscular medio (VCM), se puede clasificar la anemia en microcítica, normocítica o macrocítica, lo que orienta al médico hacia su causa probable, como deficiencia de hierro, pérdidas sanguíneas, enfermedades crónicas o déficit de vitamina B12.
Asimismo, esta prueba permite identificar policitemias, que consisten en un aumento anormal de los glóbulos rojos, condición que puede estar relacionada con deshidratación, trastornos pulmonares crónicos o enfermedades de la médula ósea.
Infecciones e inflamación detectadas en el hemograma
El conteo total de leucocitos y su fórmula diferencial ofrecen información clave sobre la presencia de infecciones o inflamación. Un aumento de leucocitos puede indicar procesos infecciosos agudos, inflamatorios o incluso leucemias. Por otro lado, una disminución (leucopenia) puede deberse a infecciones virales, tratamientos inmunosupresores o enfermedades que afectan la producción celular.
La distribución de los subtipos leucocitarios también aporta datos relevantes: un incremento de neutrófilos se relaciona con infecciones bacterianas, mientras que los linfocitos suelen aumentar en infecciones virales. Los eosinófilos pueden elevarse en presencia de alergias o infestaciones parasitarias.
Alteraciones en la coagulación y enfermedades autoinmunes
La biometría hemática también evalúa la cantidad de plaquetas, células fundamentales en los mecanismos de coagulación. La trombocitopenia, o disminución de plaquetas, puede derivar de enfermedades autoinmunes como el lupus eritematoso sistémico, infecciones virales como el dengue o alteraciones en la médula ósea. Cuando el conteo plaquetario es elevado, puede asociarse con procesos inflamatorios crónicos, estados reactivos o síndromes mieloproliferativos.
Estas alteraciones pueden presentarse con síntomas como sangrados inusuales, moretones frecuentes o menstruaciones abundantes, lo que hace necesario confirmar su origen mediante estudios complementarios.
Patologías crónicas y seguimiento terapéutico
La biometría hemática se utiliza también en el seguimiento de enfermedades crónicas como insuficiencia renal, enfermedades hepáticas o cáncer, ya que permite detectar efectos secundarios del tratamiento, como mielosupresión inducida por quimioterapia o toxicidad por medicamentos. También puede mostrar signos indirectos de deficiencias nutricionales o síndromes de malabsorción.
Mantener una vigilancia adecuada sobre los valores sanguíneos es clave para la detección temprana de enfermedades y el monitoreo de condiciones preexistentes. Cuida tu salud y acude a realizarte una biometría hemática como parte de tus chequeos médicos de rutina.